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Publicada: 6 de mayo del 2020

CATATUMBO lugar propicio de guerra, sin ley y sin justicia

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Fotografía extraída de MSN.com

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Crónica realizada por 

Marian Katherine Orduz 

Para nadie es un secreto que el Catatumbo es una de las zonas más afectadas a causa del secuestro por parte de los grupos armados. Muchas veces se llevan a las personas inocentes, dejando sueltos a los verdaderos malhechores.

Ese fue el caso de la familia Navarro Meneses, quienes pasaron por momentos duros al enterarse del secuestro de uno de sus integrantes, Juan Manuel Navarro.

El 7 de noviembre del 1998 estaban sus padres, la señora Socorro Meneses y el señor Adolfo Navarro en su casa, como todos los días, sin pensar la dura noticia que estaban por recibir.

Un familiar de la madre del joven fue quien les contó sobre lo acontecido, ellos al enterarse quedaron en shock y no sabían qué más hacer, tan solo estaban a la espera de recibir buenas noticias por parte del negociador de la cruz roja.

“Iba en mi carro, en un viaje para Teorama de Profesoras y me pararon y me dijeron que había cinco pasajeros de para acá, que me viniera vacío, entonces yo llegué y descargué di la vuelta y me vine; en el camino me salieron y me atravesaron las motos. Estando en mi carro, me bajaron a patadas y puños, me golpearon. Siempre me movieron, seis, siete horas, ocho horas diarias caminando; yo pesaba noventa kilos cuando me agarraron y el día que me liberaron pesé 63 kilos, en ciento veinte días que me tuvieron”. Contó Juan Manuel Navarro Meneses.

Ruth Navarro, una de sus hermanas, día tras día intentaba darles consuelo a sus padres, mientras ella se derrumbaba a solas. Ella nunca se rindió, siempre guardó las esperanzas de volver a ver a su hermano, añoraba poder abrazarlo, decirle cuánto lo extrañaba y cuán importante era para ella.

Por equivocación se llevaron a Juan Manuel, ya que les dieron mal la información. Supuestamente se lo habían llevado para que pagara una purga, pero resulta que este no era el hombre que estaban buscando, por lo tanto, tuvieron que dejarlo en libertad y pidieron disculpas por la confusión.Han pasado veintidós años y su familia lo recuerda como si fuese ayer; esa dura pena que invadió sus corazones, que marcó sus vidas de una forma irreparable.

La familia Navarro Meneses ha salido adelante, siguen viviendo en Ocaña, teniendo siempre presente el regalo y la bendición tan grande que les dio Dios, de poder estar todos juntos.

El amor entre ellos se hace cada vez más fuerte y aunque Ilda, hermana mayor de Juan Manuel, no está físicamente con ellos, está en sus corazones y en sus pensamientos.

Juan Manuel sigue manejando carro, pero por seguridad decidió cambiar de ruta; está casado, tiene una hija de veintitrés años y un niño de un año.

 

Esa es la odisea que muchas familias tienen que pasar, esa es la triste realidad que se vive en Colombia y sobretodo en el Catatumbo. La familia Navarro Meneses salió bien librada de ese duro e incómodo momento, pero no todos viven para contarlo, no todos tienen la misma suerte de Juan Manuel, no todos vuelven a ver a su familia una vez más.Una historia tan real como la guerra en la que vivimos, tan real como todos los corruptos que existen en este país, tan real como cada uno de nosotros.

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