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Publicada: 8 de mayo del 2020

La testigo

de la vida

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Fotografía obsequiada  por Benedita Fontenilla

Crónica realizada por 

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Fabricio Dans

 

Su pasión por la enfermería le ha permitido a Benedita fontanilla, ayudar a dar luz a más de 500 mujeres. Tiene 68 años y cualquiera esperaría verla sentada en el patio de su casa, cuidando de sus animales, tomando agua panela o esperando ser visitada por sus hijos o algunos de los casi 100 ahijados que tiene.

“Doña Bene”, como sus vecinos la llaman, envuelta en sus faldas largas y blusas de colores claros, más su rosario de caracoles y su peinado adornado por sus delicados cabellos, además de su sonrisa y su mente lúcida, representa la imagen de una mujer servicial, apasionada por los temas en salud. Es el vivo reflejo de la luz de esperanza que queda luego de vivir en un túnel de dificultades de pobreza, despojo y maltrato por la violencia exacerbada de los paramilitares en una finca en Casacará, Cesar.

 

Allí, desde pequeña aprendió a ser valiente, a cargar leña, sembrar algodón, cocinar para obreros, cuidar cerdos. También se convirtió en el transcurso del tiempo, en la enfermera empírica de su familia, aliviando con plantas medicinales alergias, gripes, calambres, dolores corporales y mucho más. A sus quince años de edad el amor tocó su puerta, conociendo a Hernando, hombre oriundo de Valledupar, Cesar, con el cual se casó y se fue a vivir a Codazzi - Cesar, trayendo al mundo dos hijos. Tres años más tarde, decidió estudiar enfermería en el Instituto Técnico de la Costa, donde junto a 8 personas obtuvo el título de auxiliar en salud.

 

Allí conocería lo que ella considera un arte, la partería; oficio que realizó durante 42 años de pueblo en pueblo, barrio en barrio, casa en casa. Fue partera en varios lugares: Bosconia, Valledupar, Codazzi y Casacará; sus listas sobrepasan las 500 mujeres a las cuales prestó su servicio sin interés económico alguno, pues su principio era recibir lo que voluntariamente pudieran darle.

 

Sus días oscuros aparecerían para el año 1996 cuando los paramilitares llegaron al Cesar. El Frente ‘Juan Andrés Álvarez’, quienes masacraron de forma cruel a cientos de habitantes de Codazzi, corregimientos y veredas aledañas. Recuerda con odio y dolor cuando dos hombres con brazaletes de las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia), entraron a su casa y acusando a su esposo de informante de las Farc, acabaron su vida con tres tiros, dos en el tórax y otro en la cabeza. Su corazón se destruyó mientras sus manos trataban de sacar las balas y este balbuceaba su adiós.

Poco a poco, junto a sus hijos superó las marcas de la violencia, y comprometiéndose con Dios, se dedicó a prestar su servicio, curando su corazón cada que un chillido de un recién nacido, y una sonrisa de la madre, reflejaran esperanza y vida

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