Publicada: 4 de mayo del 2020
EL PARAISO DESCONOCIDO Y MÁGICO DE LA SIERRA NEVADA
Fotografía extraída de W radio
Crónica realizada por
María Paula Camargo
La “ciudad perdida” en la Sierra Nevada de Santa Marta, es un lugar con un valor histórico incalculable que ha pasado desapercibido por muchos años. Es por eso que como colombianos propios de esta tierra, se debe conocer los diversos lugares con trayectoria histórica que han marcado la patria, adentrándose en las leyendas de tribus que han sido un gran pilar en la semblanza, así como lo es la tribu Tayrona, con aquellos acontecimientos que vivieron desde la aparición de los españoles.
“Teyuma” como también es conocida “ciudad perdida”, fue un asentamiento de los indígenas tayronas, quienes eran la etnia más dominante en esa zona del Caribe colombiano cuando llegaron los españoles a mediados del año 1525. Este paraíso está conformado por 30 hectáreas que se extienden por medio de laderas boscosas de la Sierra Nevada , a 1.200 metros de altitud, este hermoso sitio fue construido hacia el año 700, el cual llegó a albergar más de 2.500 personas, y en donde los españoles nunca pudieron llegar. Al transcurrir el tiempo, las guerras y enfermedades perjudicaron a los tayronas, extinguiéndose progresivamente hasta el punto que en 1.600 la ciudad acabara abandonada, quedando en el olvido, y como consecuencia el bosque húmedo se apoderó de ella. Luego pasaron 400 años en que “la ciudad perdida” se encontrara bajo una capa de barro y vegetación, hasta que al fin en la década de los 70 unos huaqueros (expoliadores de sitios arqueológicos), la descubrieron de manera inesperada, convirtiéndose hoy en día en uno de esos sitios curiosos, rodeado de abundante naturaleza y mucha historia.
Para comenzar esta aventura entre la selva húmeda y tropical, debemos dar inicio desde la vía Santa Marta- Riohacha, en la cual encontrarán una desviación que va dirigida hacia un sitio conocido como Guacha Puerto Nuevo, en el kilómetro 52 con destino a la población “El Mamey”. En ese punto hay varias rutas con rumbo hacia el parque arqueológico, atravesando un sendero peatonal y un camino de herradura. Aquí se encuentran con tres rutas, donde se te da la opción de escoger, ya que cualquiera de ellas te llevará al mismo punto. El primer camino, es un sendero que recorre la orilla del río Guacha y El Mamey, siguiente a esto atraviesan viejos poblados de los Koguis, quienes tuvieron primer contacto con la espiritualidad de culturas prehispánicas; esta ruta es la más sencilla y corta, donde poco se perciben los hermosos paisajes que rodean el área. Por otro lado está la segunda ruta, conocida como la travesía de los aventureros, debido a que es la trayectoria por medio de senderos salvajes conduciendo hacia Minca y luego a la Tagua; seguido de esto, nos encontraremos con muchas zonas de bosque húmedo con un relieve un poco irregular, el cual da pie al paso por los ríos cristales y las ruinas de un asentamiento de los Tayronas, de donde se ha extraído material para investigar sobre esta cultura; asimismo, se debe cruzar por los ríos Buritaca y Guacha. Es un trascurso lento y agotador, hasta llegar al fin a la “ciudad perdida”. En última instancia tenemos al tercer trayecto, que para muchos turistas es el más arriesgado, ya que se debe ser hábil en escaladas de montañas, puesto que se atravesarán los picos nevados, las lagunas de alturas y las ruinas de aldeas arahuacas, de tal modo que su recorrido llevará mucho más tiempo del día.
Este lugar es conocido también como “Parque Arqueológico Teyuna”, por lo tanto, cualquiera de estos recorridos mostrará amplias riquezas en fauna y flora, además de construcciones, aves exóticas y hasta el particular tigre mariposo existente dentro de esta zona. Finalmente, cabe resaltar que en 1979 fue declarada por la Unesco como la Reserva de la Biosfera, del Hombre y de la Humanidad y desde entonces, frecuentemente recibe miles de visitantes de todos los países del mundo. Este paraíso desconocido y mágico, capaz de seducir con sus historias que trascienden en el tiempo es una travesía que te debes arriesgar a vivir.