Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, los armenios de Rusia formaron ejércitos voluntarios, logrando de esta manera efectuar la respuesta del gobierno otomano, dando como resultado la deportación de casi todos los armenios, quienes marcharon por el desierto hacia Siria y Mesopotamia, donde muchos murieron por enfermedades y al ser masacrados por los soldados turcos.
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